Dualidad | Prosa
Es el espíritu aquello que nos une a la vida. La vida no es, sin embargo, aquello que vemos. Es algo más que eso.
El espíritu llega y hace del plano su hogar temporario, como una especie de sacrificio cósmico en pos a la inconmensurable divinidad.
El espíritu es eso; un hilo plateado, flexible y obstinado, unido a Dios, esperando por su retorno a la casa del Padre.
El cuerpo, entonces, adquiere el concepto de recipiente. Basto y finito. Imprudente, tosco y recluido. Cárcel de la esencia, preso de sus instintos.
El cuerpo no es la representación del mismo; mas sólo en los ojos se halla el acceso al infinito. Un infinito que la mente humana no llega a dilucidar. Uno que el cerebro no alcanza a procesar.
El espíritu es el estado etéreo de la vida, eso que nos enlaza la existencia perpetua. El cuerpo, en cambio, es un simulacro carnal de sus miserias, aquellos que nos hace salvajes, que nos devuelve el ceño y la sangre. Nos hace desear atar los caminos.
Nos hace volubles, vidriosos, indistintos.
Pero ¿Qué sería del espíritu sin el cuerpo?
Necesario para la evolución. Perfecto por Dios, imperfecto por el hombre. Vasija preciosa de fragilidad absoluta.
El espíritu es la conjunción de la Luz divina.
El cuerpo, un arrecife hermoso en intrínseca dualidad.
Moooy boeeeno, Neko!
ResponderBorrarMe gustó. Simple, estético y profundo.
¡¡Muchísimas gracias!! Me alegro mucho que te haya gustado :3
BorrarMuy bueno,mientras lo leía en mi cabeza sonaba esto https://www.youtube.com/watch?v=suZWmWjv6co
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