Noche | Poesía

 Cuando mi corazón, agotado, 


diga al fin, basta,

y la luna se encienda en la noche de mi alma.

Cuando la luz se muestre, eterna y angelada

y las lágrimas sean una simple nostalgia.

Cuando mi espíritu regrese feliz y ansioso a su casa

y sintiese, asombrado, el amor insondable

la esencia más pura

para el hombre inigualable.

Sólo entonces podré decir

que la felicidad es tiempo,

que la gracia es ternura,

que el amor es eterno,

y la libertad, locura.

                                  A. Martínez



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