MENTE | POESÍA

 Desde que el tiempo en mi mente

perdió su natural fin

de desgaste intrínseco,

con su paso cansino y ruin,

mi alma se volvió apática,

mi mente, un frío sinfín,

mi cuerpo, un laxo fantasma,

despojado del miedo a morir,

esperando, tímidamente,

a que su hora llegue, sin más,

coqueteando sutilmente

con las brisas del más allá.

Y si de aquella espera

surge un nuevo andar,

en mi mente sabré, entonces,

que al fin he de continuar

por largos caminos de un bosque

imposibles de imaginar

y, sin paz y sin calma,

tal vez sin apenas soledad,

habré cruzado el dintel

de la amada eternidad.


                A. Martinez






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