CAPITULO 4: CAMBIO | LINAJE OCULTO
A veces hubiera deseado no saber coreano.
Aunque había aprendido varios idiomas a lo largo de su vida, condición completamente necesaria para su antigua posición de futura duquesa, aquel fue una opción a la que había accedido sólo porque quería algo diferente a los otros idiomas contemporáneos a los que fue obligada a adquirir, junto con el japonés.
Pero de no haberse obstinado en esa eventual rebeldía, se hubiese ahorrado aquella desagradable conversación, que solo le trajo un resfriado y demasiada indignación.
Odiaba que le preguntaran si era chico o chica y, aunque era evidente su look, a ella aún le costaba asimilarlo. Simplemente la ponía de mal humor. Y si a todo eso le agregaba que aquel imbécil se llevó la única pelota que tenía Johnny, se ponía aún mas enferma.
—¡¡¡Achuuu!!!
Sintió todo el ardor en la nariz, que a estas alturas estaba completamente colorada y por empezar a lastimarse, de tanto de que se limpiaba.
—Estúpido resfrío. - dijo con voz nasal.
—Te pasa por terca y malcriada. Y caprichosa.
Johnny, que acababa de entrar, le extendió una pastilla un vaso con agua, mientras la reprendía con una voz que denotaba burla. Ella la tomó sin rechistar, a pesar de todo.
—Si no te hubieras quedado a jugar básquet sola en medio de esa tormenta te habrías ahorrado todo. T O D O.
Ella rodó los ojos.
—Si, si, ya, ya.
—Me pregunto quien sería aquel sujeto...
Tiny lanzó un bufido.
—Un imbécil. - respondió ella sin dudarlo.
—Jajajaja. Quizás.
—¿Esa clase de idiotas hay aquí?
—No lo sé, supongo que si. Por lo general son respetuosos. Debiste de haber hecho algo para que te dijera eso. - contestó divertido John, pero recibió un almohadazo por parte de Tiny.
Ella cerró los ojos y se dejó caer en la cama. Hacía un día que había pescado aquel resfrío y aún no se recuperaba. Tenía muchas ganas de hacer muchas cosas, pero esos estúpidos mocos no la dejaban.
—Ey, Tiny, ¿ya decidiste qué vas a hacer? - preguntó Johnny, mientras se sentaba en el borde de la cama.
Ella no le contestó de inmediato, mirando el techo de manera tranquila, al tiempo que analizaba la respuesta.
Había barajado muchas cosas, desde diseño gráfico hasta arte, pero temía que su matrícula disparara alarmas donde, por ahora, no había.
También había pensado en conseguir algún empleo, aunque sea medio tiempo, pero su posición no era la más favorable.
—No estoy apurándote. Sé que esto lo hablamos ayer, pero quiero darme una idea de lo que proyectas para así ayudarte. Hay que planear todo con cuidado, ya sabes.
Ella asintió, no sin cierto pesar.
—Estar aquí te pone en riesgo, John. ¿Has sabido algo de la prensa?
Esta vez la expresión de su amigo se volvió un poco más sombría.
—La prensa oficial sigue con la coartada de que estás de vacaciones pre nupciales. Pero hay un portal web que ya esta diciendo de que estás desaparecida y que no se sabe donde. Los comentarios son variados, pero es muy reciente.
—¿Sabes quién inició la noticia esa?
—¿Iniciar?
—Alguien tiene que haber escrito ese artículo.
—Hmmm, no leí el nombre de quién lo escribió.
—¿Era un blog?
—No, un portal de noticias del espectáculo no confirmadas. ¿En qué estás pensando?
Tiny guardó silencio.
—En nada. Sólo que me dió curiosidad. Perdón, debo estar muy paranoica.
Él asintió.
—No te preocupes, lo puedo entender.
El chico se levantó de donde estaba con claras intenciones de salir, pero ella lo detuvo.
—Por favor, mantenme al tanto. Y aún no sé qué haré con mi vida.
—Tranquila, tómate tu tiempo. Pero si intentas hacer algo estúpido te detendré.
Ella sonrió.
—Gracias.
Tiny, que para ese entonces estaba arremolinada en la cama, se sintió increíblemente incómoda.
Se levantó despacio y se metió en el baño. Se dio una ducha rápida y salió con mas energía de lo que había sentido en los últimos días y sin explicarse el porqué de aquello. Al ver su larga cabellera, no pudo evitar un escalofrío. Aquella melena no le gustaba. Sentía como si ella no fuera ella cada vez que veía su reflejo. Sentía que su pasado la acechaba constantemente y, con él, las consecuencias de haber desertado de aquella forma. Y la idea no le gustaba, por más irracional que pareciese.
Se decidió de un momento a otro y salió a la sala, con el pelo aún mojado, escurriéndose en su espalda. Johnny la observó unos momentos desde su cómoda postura en el sillón, mientras elevaba una ceja.
—¿Qué? - dijo ella al ver aquella expresión.
—¿Por qué demonios tienes una remera mía puesta? - preguntó él.
Ella rodó los ojos.
—Quiero que me cortes el pelo como el de la peluca. - dijo con resolución. - Y también quiero que me lo tiñas del color de la peluca. - dijo, ignorando la pregunta que le acababa de hacer su amigo.
John siguió contemplándola en silencio, para luego levantarse con cierto garbo y acercarse.
—¿Estas segura?
Ella asintió con la cabeza. Tenía, no, debía cambiar de manera radical. Él asintió y colocó una silla en el medio de la sala y la invitó a sentarse con un gesto, mientras iba por sus herramientas. Tiny simplemente le obedeció.
Se había recibido de estilista profesional hacía unos años atrás en Inglaterra y, por cosas de la vida y de la suerte misma, aquella profesión lo había llevado a Italia, a codearse con los mejores en su rubro y, posteriormente, a Corea. Por lo que, para Tiny, dejar su cabeza en manos de su amigo más que un reto era un completo placer.
—De acuerdo. Voy a hacerte un corte y luego te haré color. Estás segura, ¿no? - le preguntó al rostro de su amiga que se reflejaba en el pequeño espejo que tenían delante.
—De esta forma podré pasar un poco más desapercibida.
—Ésa es mi chica.
Los mechones de pelo caían de manera continua a su alrededor y ella, como en una especie de efecto placebo, empezaba a sentirse diferente.
—Honestamente lo serías si cambiaras de sexo.
—¿Acaso lees mentes también?
Johnny soltó un bufido.
—No, lo dijiste en vos alta. ¿Qué tan dispersa estás?
Ella no respondió, pero algo en su mente se encendió.
Si quería desvanecerse por completo ante los ojos de su antiguo mundo, debía de hacerlo de manera radical.
Y Johnny, sin saberlo, le había dado una solución.
Una hora después, Tiny observaba su imagen en el espejo de cuerpo entero de la habitación. Estaba más que feliz.
—¿Te gusta? - le preguntó John a sus espaldas, mirándola a través del reflejo.
Ella solo asintió con vehemencia, sin dejar de observarse, con una sonrisa enorme. Aquella era la nueva Tiny. O, tal vez, la que nunca debía de haberse ido.
Se giró y encaró a su amigo.
—Volví.
—Bienvenida.
Tiny guardó silencio unos segundos.
—Lo estuve pensando y creo que tienes razón.
—¿En qué?
—En que debería cambiar de sexo.
John la miró con la sorpresa y la perplejidad marcada en el rostro.
—Espera, no lo decía en serio. No te entiendo, ¿cómo que quieres camb...
Ella puso los ojos en blanco.
—No realmente, sino aparentarlo. Como lo que hice para la fuga pero de forma diaria. El pelo ya está, tendría que adquirir más ropa de chico...
—Si, sobre todo para que no uses la mía.
—Justine puede fácilmente confundirse con Justin, me servirá. — prosiguió ignorándolo parcialmente.
—Y acá en Corea no son muy buenos con el inglés, menos con sus juegos de palabras. Bien pensado.
Ella asintió con un rostro lleno de esperanza.
—Aunque — agregó él, desviando su mirada hacia su busto —deberás fajarte el pecho. No es que tengas mucho, pero para más seguridad. Y la nuez de Adán será un pequeño problema.
—Detalles.
Él sonrió y ella estuvo a punto de hacerlo cuando un estornudo repentino se hizo presente, haciendo que derrame saliva y mocos en cuestión de segundos.
Johnny la miró, escéptico.
—¿Y tú eras la futura duquesa?
—¡¡¡Cállate!!!
Continuará.
♥
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